La aceleración de los proyectos de digitalización de las compañías es cada vez más evidente, y crisis como la recientemente provocada por el COVID-19 todavía lo han hecho más incuestionable. Un claro ejemplo de ello es el proceso de transformación digital llevado a cabo en Damm, que emprendimos hace unos años con el objetivo de convertir una compañía industrial del siglo XIX en una empresa más ágil y flexible, donde la innovación fluyera para ofrecer soluciones relevantes para los consumidores y clientes y adelantarnos al propio mercado.
LAURA GIL. Directora de Transformación Digital de Damm
Todo pasa por la estrategia
Para conseguir este cambio es imprescindible definir una estrategia que no puede estar aislada del negocio, sino que debe responder a los propios ejes de crecimiento de la compañía y abarcar toda la cadena de valor (desde los proveedores de materia prima, pasando por los distribuidores o clientes hasta llegar al consumidor final). Y para ello, hay que implicar a todo el equipo de la organización; contar con su colaboración haciéndolo partícipe es gran parte del éxito del proyecto. Desde mi punto de vista, además, un imprescindible es contar con el apoyo de la dirección y la presidencia de la compañía. Su confianza en un proyecto de esta envergadura es fundamental para poder llevarlo a cabo con éxito.
Dividir el proceso en fases
Para poder avanzar de forma continuada, se pueden establecer distintas fases que, en muchos casos, dependerán de la progresiva capacitación digital del equipo de la compañía, así como de la implementación de nuevas tecnologías que permitan aplicar innovaciones en toda la cadena de valor. En el caso de Damm, las fases han sido comunicar el proyecto internamente y hacer partícipe a todo el equipo y comenzar una ruta a cinco años, con proyectos orientados a digitalizar el negocio, pasando por proyectos de Industria 4.0 en las plantas de producción y envasado, utilización de inteligencia artificial y, sobre todo, incorporando la innovación como eje de la transformación cultural de la compañía.
En definitiva, la colaboración -tanto a nivel interno como externo-, una estrategia clara, concreta, por fases y que responda a los propios pilares estratégicos de la compañía, son parte de las claves de un proyecto de transformación digital ambicioso, que realmente permite cambiar la cultura corporativa de la compañía para obtener como resultado una empresa donde la innovación fluye y forma parte de su ADN y del de su equipo.