Las estimaciones presentadas en octubre de 2025 por el Fondo Monetario Internacional combinan lo siguiente: a) Por una parte, el mensaje constructivo de que la economía mundial se está adaptando a los nuevos escenarios con una razonable flexibilidad —lo que conduce a una revisión muy ligeramente a la baja de las proyecciones de crecimiento para 2025 y 2026 como muestra la primera línea de la tabla adjunta—, siendo la cifra de 3,2% para 2025 un valor más optimista que los pronosticados el mismo FMI en los meses anteriores; pero b) por otra parte, las apelaciones a la cautela siguen presentes, con calificativos que van de “moderados” a “sombríos” (en la versión en español ofrecida por el propio FMI).
JUAN TUGORES QUES. Catedrático emérito de Economía de la UB
El economista-jefe de la institución, en su blog comentando las nuevas previsiones, tras constatar que la economía mundial está “aguantando” los shocks en los aranceles, se apresura a añadir que sería “prematuro” e “incorrecto” minimizar los impactos a medio plazo de los cambios producidos en 2025, ante otras múltiples dinámicas abiertas, tanto en la inflación, la deuda, los mercados de trabajo, los problemas estructurales de China y los impactos de la inteligencia artificial.
La tabla adjunta muestra las previsiones por regiones y países, con una desaceleración en los emergentes pendiente de acontecimientos en China —parcialmente compensados por otras regiones— mientras que en las economías avanzadas se confía en estabilizar la situación en Estados Unidos. En la zona euro se confía en una modesta mejora en Alemania (pero siguiendo en cifras preocupantes) mientras que España tendería a normalizarse hacia una trayectoria a medio plazo en torno al 2%. Las economías latinoamericanas y subsaharianas estarían asimismo “aguantando el tipo” pese al convulso entorno.















