Este enero de 2030, los alumnos del MBA in Industrial Development, que es un programa conjunto de varias universidades y escuelas de negocio catalanas, presentan las tareas encomendadas relativas al primer trimestre del curso.
JOSEP-FRANCESC VALLS. Profesor y periodista
En el MBA participan 45 alumnos seleccionados entre los candidatos de cuatro continentes. Estas son las tres mejores propuestas. La mañana, más que invernal, es otoñal. El sol entra a raudales por los ventanales del viejo edificio modernista sede del curso.
ÁREAS CLAVE DE DESARROLLO INDUSTRIAL
La primera aportación se titula De las cuevas a la deslocalización. Mientras en la pantalla se proyectan vídeos e imágenes prehistóricas, medievales, modernas y de la Revolución Industrial, la alumna canadiense desgrana su intervención:
—En las cuevas de la prehistoria, los aspectos fisiológicos, los convivenciales y los de producción se desarrollaban bajo el mismo techo, cerca de los recursos naturales: agua, sílex, madera, minas, animales, tierra fértil. En la Edad Media, los gremialistas y comerciantes solían ubicar sus centros de producción, talleres y almacenes de mercancías a pie de calle, mientras dedicaban las plantas superiores a la vida familiar; en las masías rurales las funciones se seguían mezclando, aunque las buhardillas nacen para ser despensa y la planta baja para los aperos, las caballerías y el ganado.
—La separación —prosigue— se produce cuando aparecen las primeras fábricas. A raíz de la Revolución Industrial, el desarrollo de la máquina de vapor y el ferrocarril exige interponer unos límites: las fábricas se instalan cerca de la energía motriz y, en torno a ellas, emergen las grandes ciudades fabriles de Occidente. La producción en cadena dará un salto espectacular en el siglo XX para satisfacer la demanda del consumo masivo, creando grandes plantas y clústeres industriales. Estos nuevos centros atraen trabajadores de todas partes y son el origen de las conurbaciones, que se dotan de infraestructuras de transporte, movilidad y tecnología logística.
La alumna hace una inflexión y esboza los trazos de los últimos cuarenta años. Sigue con su hilo argumental, mostrando imágenes, esta vez, de nuevas tecnologías:
—Hasta que, a partir del 1980 —retoma la palabra—, las empresas occidentales trasladan masivamente una parte importante de la producción a terceros países. Cierran las fábricas, pero las firmas conservan la dirección, el diseño y el I+D+i. Shenzhen, Guangzhou, Shanghái, Seúl, Bangkok, Monterrey, Bangalore, Mumbai, Pune, Hanói, Haiphong, Ho Chi Minh, Chonburi, São Paulo o Curitiba son los grandes centros manufactureros de los últimos cuarenta años, aunque el Ruhr, la Lombardía, Mánchester o Birmingham siguen manteniendo el posicionamiento histórico.
UBICACIÓN IDEAL
La segunda presentación de la jornada se centra en responder a la pregunta: “¿Dónde ubicar, en el momento actual, en el año 2030, una planta de producción?”.
El ponente catalán avanza su propósito: “¿Cerca de los clientes? ¿Cerca de las materias primas? ¿En entornos de talento? ¿En zonas de alta inversión en I+D+i?”. Deja en el proyector el siguiente esquema, que va explicando:

— Si se trata de una empresa dedicada a la IA y a la digitalización, no tendría ninguna duda: me instalaría en 22@ Barcelona por la conectividad, la proximidad de los centros de datos, los hubs tecnológicos y el talento. En el caso de una empresa de automatización, iría a la Zona Franca, que me garantizaría el acceso inmediato a infraestructuras industriales y a proveedores. Si mi empresa estuviera relacionada con la sostenibilidad, la ubicaría en el Parque Bit de Mallorca, por el conocimiento existente allí acerca de las energías renovables y el espacio para el tratamiento de residuos y de producción limpia. Si me propusiera crear una empresa biotecnológica, pediría el ingreso inmediato en el Parc Científic de Barcelona, por la cantidad de laboratorios y la proximidad a hospitales y centros de investigación. Si me decantara por una start-up de gestión de datos, preferiría ubicarme en Tres Cantos, en Madrid, por la alta conectividad y la presencia de servidores y centros de datos. Por último, si optara por una logística, emularía a las grandes empresas de distribución: centraría mis esfuerzos en Zaragoza, por ser uno de los principales hubs logísticos de carga del sur de Europa —por ejemplo, del pescado que llega de África—, y cuyo aeropuerto tiene las tarifas más baratas.
LOS POLÍGONOS INDUSTRIALES
La tercera ponente es de Suzhou, China. Se ha planteado responder a la cuestión “¿Hacia dónde van los polígonos industriales?”. Se refiere a esas plataformas al servicio de las empresas donde se concentran naves industriales, infraestructuras y servicios logísticos y de conectividad. Y nos muestra el cuadro siguiente que responde a su pregunta de investigación.

—Los primeros polígonos industriales aparecen hacia finales del siglo XIX, principios del XX, para separar la industria de las zonas residenciales y evitar problemas sanitarios y ambientales —expone la suzhouense—. Ocurre en el Ruhr y en los centros fabriles occidentales de Londres, Mánchester, Venecia, Barcelona, Lyon, Saint-Étienne, Chicago, Búfalo, Monterrey.
— En España los impulsa el III Plan de Desarrollo, para separar la industria de las zonas residenciales y agrícolas. De este modo, se concentran servicios, se liberan las ciudades y pueblos de los ruidos y de la contaminación, y se atraen inversores. El ingreso de España en el Mercado Común facilita el acceso a los fondos europeos para modernizarlos, mejorar sus infraestructuras, expandirlos y diversificarlos.
La producción en cadena dará un salto espectacular en el siglo XX para satisfacer la demanda del consumo masivo
—En los últimos treinta años —prosigue—, los polígonos industriales se diversifican convirtiéndose en parques o hubs tecnológicos. En los últimos diez años, se apuntan a la eficiencia energética, a la economía verde y a la logística. La mayoría se constituye como micropolígonos o polígonos periurbanos, más pequeños, especializados e integrados en la logística urbana; o como smart industry parks.
—Respecto a los segundos—continúa—, quiero enumerar los principales: Kalundborg Eco-Industrial Park en Dinamarca; Eastern Economic Corridor y Amata City en Tailandia; Sepang Smart Industrial Park en Malasia; Silicon Valley en Estados Unidos; Múnich; Eindhoven; Tel Aviv; Barcelona y, más especialmente, los de Shenzhen y Suzhou Industrial Park en China. En este último es donde estaba trabajando cuando me vine a Barcelona. Las características principales de estos parques industriales son infraestructura digital y conectividad de nueva generación, automatización, centros de big data y sistemas de computarización (edge computing), sensores, IA, IoT, monitoreo en gestión de procesos; sistemas inteligentes para la eficiencia energética; ubicación estratégica y logística incorporada (cercanía a puertos, aeropuertos y autopistas, acceso a proveedores y mercados); ecosistema colaborativo para servicios de soporte (incubadoras, aceleradoras, centros de investigación en el propio parque); infraestructuras flexibles (build-to-suit, espacios híbridos, modularidad); y enfoque a la innovación permanente en torno a las industrias del futuro, especialmente los chips, las baterías, el e-commerce, la robótica, la IA, la biotecnología o el gaming; todos ellos disponen de campus universitarios o han firmado convenios con las mejores universidades y escuelas de negocio.
—Estos polos industriales—acaba explicando la alumna china— configuran nuevas centralidades residenciales donde viven los trabajadores, con zonas comerciales, convivenciales y deportivas, las cuales producen una revalorización urbana extraordinaria.
Tres visiones excelentes en torno a las áreas de desarrollo industrial.












