Juan Tugores Ques. Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona.
Las previsiones de verano del FMI apuntan a un crecimiento moderadamente estable para el conjunto de la economía mundial aunque sujeto a relevantes riesgos, entre los cuales ese organismo destaca, además de las incertidumbres geoestratégicas convertidas ya en un clásico, las dudas sobre la continuidad de la desaceleración de la inflación, los costes de las políticas fiscales y la evolución de los flujos comerciales en un mundo con distorsiones al alza.
Las perspectivas más concretas, resumidas en la tabla 1, muestran unas cifras de 3,2-3,3 % para el conjunto de la economía mundial, con un diferencial en favor de las economías emergentes algo más modesto que en épocas anteriores. Entre las economías avanzadas se apunta a una cierta ralentización para 2025 en Estados Unidos (siempre con la duda de las políticas del gobierno que surja de la elección presidencial del próximo noviembre) y una modesta recuperación para la zona euro, saliendo Alemania de la recesión de 2023 y con cifras de España revisadas al alza para 2024. Las previsiones para el conjunto de las economías emergentes y en desarrollo se revisan en una décima (tanto para 2024 como para 2025), moderándose los temores a una desaceleración en China e India. En cambio, las perspectivas para América Latina se revisan modestamente, a la baja para 2024, pero al alza en 2025, con las expectativas acerca de la evolución en Argentina. Y África subsahariana, solo por detrás de Asia en previsiones de crecimiento.