La realidad empresarial de nuestro país es tozuda en cuanto a dimensión. El 99,8% de las empresas son mipymes. Añado el “mi” con la intención de incluir también en el acrónimo a la inmensa mayoría de estas, las microempresas.
JOSEP GINESTA I VICENTE. Secretario General de PIMEC, Confederación Empresarial de la Pequeña y Mediana Empresa de Cataluña.
El 86% de las que tienen personas trabajadoras tienen menos de diez. Por lo tanto, somos un país de microempresas y no siempre se ha tenido en cuenta a la hora de regular la actividad económica. Su voz institucional ha sido débil y se ha legislado igual para todas, ignorando su tamaño. Las tres causas principales —y relacionadas— son la falta de una representación empresarial equilibrada con las grandes empresas en España que baja la capacidad de incidencia, la gestación de un imaginario colectivo que identifica toda empresa como poderosa y extractiva, sin diferenciar su tamaño, y que carga a las pequeñas con responsabilidades que no les corresponden por el efecto anterior, y la tendencia administrativa de promover políticas públicas de manera homogénea para evitar la complejidad de segmentar por tamaño, muchas veces por falta de recursos y capacidad de gestión diferenciada, y por efecto de las otras dos. El resultado, un tamaño mediano empresarial en España mucho menor que el de otros países y con el que es complicado crecer. Últimamente, pero, el mundo asociativo ha alzado la voz y muchas fuerzas políticas ya defienden impulsar el crecimiento. Hay que aprovechar este consenso incipiente para revertir la situación. Pero también los factores de contexto que hay que tener en cuenta para orientarlo.
DEBILIDADES
Las pymes tienen diferentes debilidades estructurales. Muchas están poco capitalizadas y endeudadas, lo que limita la inversión en modernización y aumenta la brecha digital. También sufren escasez de talento cualificado; a pesar del alto índice de paro, es complicado encontrar personas, y formadas, lo que refleja una mala conexión entre la oferta y la demanda. Además, la presión de costes es elevada: el encarecimiento de costes laborales y suministros lleva a muchas pymes a subir sus precios, algo insostenible si no mejora la productividad.
AMENAZAS
La burocracia y el exceso de regulación siguen siendo grandes trabas para las pymes. A nivel global, los riesgos geopolíticos (guerras, aranceles) y las tensiones inflacionarias, junto con un acceso difícil al crédito, suponen un riesgo importante. Además, medidas laborales como reducir la jornada a 37,5 horas podrían generar sobrecostes insostenibles y presionar los precios al alza. Sumando la baja productividad y una alta incidencia de bajas laborales, el panorama se complica aún más.
FORTALEZAS
Aún así, las pymes demuestran resiliencia. Después de la pandemia han recuperado niveles de facturación y rentabilidad similares a los de 2019. Son el verdadero motor económico, generando buena parte de la riqueza y la ocupación. La diversificación sectorial les aporta estabilidad. Además, la flexibilidad y el espíritu emprendedor de las pymes permiten reaccionar ágilmente a los cambios del mercado. La apuesta por la innovación y la digitalización refuerza su papel como motor económico y de cohesión social.
OPORTUNIDADES
El contexto actual ofrece oportunidades. Los fondos europeos han sido una palanca de crecimiento; junto con la recuperación económica y el crecimiento sostenido que tenemos, tienen que impulsar la digitalización y la innovación. Además, la transición digital y verde es una doble oportunidad: adoptar nuevas tecnologías puede mejorar la productividad y abrir nuevos mercados, mientras que la apuesta por la sostenibilidad es un factor competitivo; las microempresas también pueden mitigar el hándicap de su tamaño gracias a estos avances. Alguna mejora del entorno normativo y fiscal juega a favor de las pymes: reducir plazos de pago y burocracia aumentará su liquidez, y medidas como la reducción del impuesto de sociedades o más deducciones en I+D las ayudarán a capitalizar, crecer e innovar.
Si afrontamos las amenazas y debilidades aprovechando fortalezas y oportunidades, pero, esta vez, con la prioridad de que nuestras empresas ganen tamaño, podremos superar la partida de la competitividad. El contexto de crecimiento económico juega a favor. Y si el viento sopla, lo tenemos que aprovechar.













