Cataluña tiene una educación buena en relación con el resto de España, pero retrasada en referencia a los países avanzados como Finlandia, Holanda o Canadá. Por eso es necesario el diseño y la implementación de un nuevo modelo de enseñanza que combine las dos grandes ‘e’ de la educación: excelencia y equidad.
XAVIER TORRENS. Profesor de Ciencia Política en la UB y sociólogo.
A menudo la gente cree que la educación mejoraría con una nueva ley de educación, con más años de escolarización obligatoria, más horas en la escuela (la famosa sexta hora, por ejemplo), subiendo el sueldo a los maestros y profesorado, haciendo repetir el curso a los alumnos suspendidos, poniendo más deberes extraescolares y, sobre todo, aumentando el gasto público en educación. Esto lo creen bastantes ciudadanos e incluso políticos y técnicos avezados en la gestión educativa. El sentido común los lleva a pensar que son medidas que harían mejorar la enseñanza. Pero esto es presuponer que si incrementamos horas, sueldos, deberes o presupuesto resolveremos el problema. Y no es así.
La solución, que no será óptima pero que puede convertirse en satisfactoria, es diseñar racionalmente un nuevo modelo educativo, sabiendo las limitaciones que tenemos de entrada. Y los referentes educativos son bastante conocidos: Finlandia en cuanto a la primaria y la secundaria, Alemania para los ciclos formativos, y EE. UU., Israel y Canadá para la universidad.
Incrementar recursos, ¿sí o no?
¿Los recursos son lo más importante? Durante los años del crecimiento económico, Cataluña aumentó el dinero público dirigido a la enseñanza. Pues bien, tenemos los mismos resultados malos durante la década de la crisis económica (2007-2017) que en los años de las vacas gordas. Más o menos dinero no es el criterio. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla pero que a menudo pasa inadvertida: si el modelo educativo es regular, más dinero no hará más bueno el sistema educativo. Soy firme partidario de aumentar los recursos. Sin embargo, invertir más dinero público en un modelo educativo que no da muy buen resultado es derrochar dinero en un modelo que falla. La mejoría verdadera de la educación es otra cosa. Veámoslo.
Adoptar Finlandia y adaptar en Cataluña debe ser el mantra educativo de todas las personas que amamos la educación. Referentes claros: Finlandia para la primaria y la secundaria, Alemania para los ciclos formativos, y Estados Unidos, Israel y Canadá para la universidad
Demasiadas leyes
En España se ha llevado a cabo el modelo de administración pública tradicional en materia educativa. El énfasis se ha puesto en la redacción de leyes nuevas pensando que ayudarían a cambiar la realidad educativa. Ha habido hasta nueve leyes de educación en los casi últimos 40 años de democracia: LGE, 1970; LOECE, 1980; LODE, 1985; LOGSE, 1990; LOPEG, 1995; LOCFP, 2002; LOCE, 2002; LOE, 2006, y la vigente, LOMCE, 2013. Una ley aprobada, de promedio, cada cuatro años y pico. Y esto es una insensatez por dos razones.
En primer lugar, porque todas las leyes de educación han dado casi los mismos resultados mediocres, según el Informe PISA. Por tanto, la ley no es lo fundamental que influye en los resultados educativos. El eje sustancial es la propia política pública que se desarrolla justo después de la ley; junto con la estructura del sistema educativo, lo que tiene impacto social son los programas y los proyectos educativos.
En segundo lugar, porque (como ocurre en Finlandia) se debería elaborar una ley consensuada por el Gobierno y la oposición parlamentaria para que la ley perdure más de una década. Esto es lo que se logró con la Ley de Educación de Cataluña, aprobada en 2009, con el apoyo del Gobierno y buena parte de la oposición. No debemos perder el tiempo cambiando la ley de educación, sino rompiéndonos la cabeza diseñando programas y proyectos educativos con excelencia, equidad y eficacia. Es la nueva gestión pública aplicada a la enseñanza la que pone sobre la mesa el éxito educativo y los buenos resultados.
En Finlandia tienen menos años de escolarización que Cataluña, menos horas de clase y tiempo de deberes extraescolares, menos salario para los profesores, no hay repetición del curso y, en contraste, obtienen mejores resultados educativos
Poner deberes y repetir curso
Poner deberes para casa o hacer actividades extraescolares no es la panacea. Lo creador es hacer los deberes en el aula, los ejercicios prácticos en clase, los estudios de caso en el centro de enseñanza. Fijémonos en el mismo: mientras que México hace 5,2 horas de deberes extraescolares y España hace 6,5, Finlandia apuesta por las 2,8 horas y Corea del Sur por las 2,9 horas. México es el peor país de la OCDE y España ca bastante atrasada mientras que los países más avanzados en materia de educación hacen menos deberes en casa y más deberes en el aula.
En Finlandia no se puede repetir de curso porque se sabe muy bien que esto produce la estigmatización del alumno, rebaja su autoestima y lo desmoraliza. Además de ser costoso para el sistema educativo, no resuelve el problema. Si un estudiante va atrasado en el aprendizaje, el camino es la motivación, que lo llevará a un mayor esfuerzo. No le demos más vueltas. En Finlandia, hasta la década de los 50, existía la repetición de curso y se obtenían peores resultados. Además, la repetición hace daño a la equidad, pues los datos muestran que se hace repetir más a las minorías culturales e inmigrantes, las mujeres y las personas de bajo nivel socioeconómico.
Líderes en horas y años
Obligar a muchos años de escolarización o hacer más horas de clase diarias no resuelve tampoco el problema educativo. Años y años de ir a la escuela es lo que hacemos en Argentina, España y México, países que lideran también en horas de clase. Corea del Sur y Finlandia, en cambio, se ubican en la franja baja de horas de clase, por debajo de la media de la UE y de la OCDE. En otras palabras, los países con excelencia educativa imparten menos horas de clase que los países con resultados regulares o malos. Porque lo importante no es la cantidad sino la calidad. Hay quien cree que pagar mejor a los maestros mejoraría la enseñanza. Subir el sueldo del profesorado no hace mejorar su capacidad docente. Lo que sí es un estímulo es lo que se conoce como salario psíquico: el reconocimiento público (social e institucional) del trabajo de maestro y profesor. El prestigio social sí es una fuente de motivación para los que somos educadores.
La selección del profesorado
Pero la variable crucial, la clave para cambiar el modelo de enseñanza es la selección de un profesorado excelente. Esto se podría hacer con la preselección de estudiantes con un alto nivel educativo y cultural, tanto para el Grado de Educación Primaria, como para el Máster en Formación del Profesorado. Ponemos el dedo en la llaga: ¿cómo queremos que un maestro que cuando era estudiante de Magisterio sacaba un suficiente en sus calificaciones, haga que su alumnado sea notable o sobresaliente? No es muy factible. Necesitamos, de forma progresiva, seleccionar los mejores estudiantes como ya se hace en las facultades de Medicina y, motivo por el cual disponemos de uno de los mejores sistemas de salud del mundo.
La clave para cambiar el modelo de enseñanza es la selección de un profesorado excelente. Esto se hace con la preselección de estudiantes con un alto nivel educativo y cultural para el Grado de Educación Primaria y el Máster en Formación del Profesorado
Leer libros es la clave
Por último, hay que añadir que la lectura es la base de cualquier país que quiera ser innovador en ámbitos profesionales diferentes y en diversas esferas productivas y económicas. Buena parte de la transmisión de conocimientos en nuestro país se hace mediante la enseñanza oral y la cultura audiovisual. Esto es un error estructural. El sistema educativo de países como Finlandia e Israel acaba dando un espesor más numeroso de personas creativas y competentes porque tiene como base principal el aprendizaje desde los libros y la cultura lectoescritura.
Por lo tanto, la hoja de ruta sería extraordinaria si, desde primero de primaria los niños y niñas leyeran (al menos) una hora diaria en el aula hasta llegar al final de la escolarización obligatoria e incluso bastante mejor, hasta alcanzar los 18 años. Con una hora diaria desde los seis hasta los 18 años tendríamos una formación muy diferente a la actual. Los libros son la clave.
La lectura de libros es la ‘fórmula mágica’ que hace que países pequeños como Finlandia e Israel sean creativos, innovadores y avanzados. La lectura debe hacerse a raudales e incentivarla desde primero de primaria y hasta la universidad, sin parar ni un día
Adoptar y adaptar
Por todo ello, el éxito educativo catalán depende de captar los grandes rasgos del modelo finlandés y adaptarlos a la realidad catalana. El Parlamento de Cataluña hizo una ley de consenso en 2009 y no hay que tocarla. Hay que diseñar nuevas políticas públicas que implementen planes de aprendizaje y proyectos educativos eficaces, impulsores de buenos resultados educativos. El Departamento de Enseñanza se afana en ir hacia este nuevo modelo. Hay algunos sectores educativos que, incomprensiblemente, lo critican y se oponen. Es un error de política educativa comparada. Más bien, incluso, sería necesario que el Departamento de Enseñanza se adentrara aún con más ímpetu en este nuevo modelo que adopta Finlandia y que se quiere adoptar en Cataluña. El cambio de modelo educativo puede garantizar unos buenos resultados educativos, es decir, dar paso a la primera generación con un hábito lector superior, unos conocimientos más críticos, unas competencias más desarrolladas para la autorrealización personal y unas mejores habilidades para la cohesión y convivencia social.