Texto: Alba Barbarà. Directora Académica de las Áreas de Recursos Humanos, Finanzas y Derecho en OBS Business School.
Menor crecimiento económico, desempleo, fuga de capitales y disminución de la productividad e inversión. Todo esto conlleva un incremento de la deuda e impuestos, y una distribución de los recursos hacia otros sectores para hacer frente al gasto público.
Aumento de los costes directos (militares, sistemas judiciales, salud y policía) e indirectos (disminución de la productividad y del crecimiento económico) a los que hacer frente en regiones en conflictos. Por ejemplo, en Siria se estima que el gasto en el año 2014 derivado de la Guerra Civil fue de 72.000 millones de dólares. A nivel mundial, el impacto económico total derivado de las situaciones conflictivas y el terrorismo, para el año 2015, fue de 89.600 millones de dólares.
Disminución del gasto en desarrollo humano, social y económico. Redistribución de los recursos con el fin de hacer frente a los costes derivados del conflicto.
Disminución del comercio exterior. Las empresas invierten en bienes consumibles en época de guerra en vez de en bienes exportables.
Disminución del turismo en zonas conflictivas y, por lo tanto, de los recursos económicos derivados. Por ejemplo, Francia ha visto reducida en 1.700 millones de dólares la contribución del turismo en el período 2014-2015.
Crisis de los refugiados, traducida en la aparición de una nueva clase baja que vive en condiciones precarias. Esto implica un aumento de los costes derivados de asistencia a los refugiados y a los civiles desplazados, tanto a nivel interno del país como externo.
Aparición de grupos terroristas financiados. En este sentido, las economías se ven obligadas a incrementar las inversiones en la lucha antiterrorista. En el año 2015 las donaciones a estos grupos incrementó.
Redistribución de los recursos. Incremento del presupuesto destinado a las fuerzas de seguridad y servicios de seguridad. Actualmente se ha incrementado en casi 110 millones de dólares a nivel mundial. Esto ayuda a reducir a largo plazo las situaciones conflictivas que llevan a adoptar medidas económicas de guerra.
Esfuerzo dirigido a establecer acuerdos con el fin de reducir el conflicto. Esto influye positivamente en la economía de un país en guerra, reduciendo los costes derivados del conflicto. Por ejemplo, en el caso de Pekín se aprobó una legislación antiterrorista para hacer frente a la amenaza de la presencia de grupos armados en Xinjiang.
Apoyo internacional a nivel económico y social. Se llevan a cabo diferentes acciones relacionadas con el embargo de armas, las misiones internacionales o la financiación. Actualmente, 130 millones de personas viven gracias a las ayudas proporcionadas a nivel internacional. Por ejemplo, en África se evidenció tal apoyo en la acción transfronteriza de diversos grupos armados, en las misiones y coaliciones internacionales y en la intervención de terceros.
Incremento de los gastos destinados a mantener y crear entornos pacíficos (más personal militar, más costes operativos de las misiones de la ONU, programas de reintegración, programas de eliminación de minas antipersona y actividades de mediación). La reducción del volumen de conflictos internacionales genera un impacto económico positivo y frena la adopción de medidas de economía de guerra.
Intervención por parte de organismos como la ONU con el fin de actuar sobre la zona en guerra y resolver el conflicto sin entrar en la confrontación. Aplican medidas que a largo plazo pueden traducirse en un restablecimiento de la economía.