Ya es ingente, y casi imposible de imaginar para la mente humana, la cantidad de datos que generamos diariamente las personas, ya sea como consumidores o desde el sector industrial, pero también desde las instituciones, la academia y la investigación. Se espera que el volumen de datos producidos en el mundo se dispare de los 33 zettabytes (un zettabyte corresponde a 1.000 millones de gigabytes) de 2018 a los 175 en 2025. Todo esto ha creado una industria a su alrededor —la industria de los datos— que tiene como pilar fundamental la Inteligencia Artificial (IA), un sector estratégico y prioritario para la Comisión Europea de Ursula Von der Leyen, pero todavía secundario en una Europa que está lejos de Estados Unidos o China.
Texto: Júlia Manresa Nogueras
Según un estudio de Information Technology and Innovation Foundation con datos de 2020 que tiene en cuenta métricas como la investigación académica, el desarrollo comercial o la inversión en hardware y software, Estados Unidos cuenta con 44,6 puntos sobre una escala de 100 en Inteligencia Artificial, China 32 puntos y la Unión Europea solamente 23,3. Los investigadores consideran que los norteamericanos lideran sobre todo en el ámbito de la inversión tanto para el desarrollo empresarial como académico, mientras que China se ha puesto en cabeza en el desarrollo de supercomputadoras. “Los Estados Unidos y la Unión Europea tienen que prestar atención a China para responder, porque las naciones que lideren en el desarrollo de la Inteligencia Artificial marcarán el camino y mejorarán significativamente su competitividad económica”, dice el informe.
También un estudio de los investigadores del think tank Bruegel del año pasado concluía que Europa tiene “escasez de habilidades” en el sector de la IA después de comparar cuestiones clave como los títulos de grados relacionados con este ámbito (tecnología de la información, ciencia de datos, ingeniería de software, robótica…) o la capacidad de atraer talento para investigaciones de recorrido como tesis doctorales o las universidades que mejor puntúan en el sector. En la mayoría de casos, Europa está lejos también del Reino Unido. Por ejemplo, en 2020, Estados Unidos contaba con 58 universidades en la parte alta de los rankings en Inteligencia Artificial, China con 16 y Europa solamente con 5, incluso por detrás del Reino Unido, con 6.
Los expertos de este think tank consideran que parte del problema es que la UE destina pocos recursos económicos al sector digital. “El presupuesto de la UE, acordado por el Consejo Europeo el 21 de julio de 2020, dedica menos de 500 millones de euros al fortalecimiento de las capacidades digitales de la UE (una reducción del 17% en comparación con la propuesta de la Comisión Europea). Repartidos en siete años y 27 países, 500 millones de euros no son lo suficientemente ambiciosos; considere que puede costar hasta cinco millones de euros financiar una cátedra de Inteligencia Artificial competitiva a nivel internacional”, sentencia el estudio
DERECHOS HUMANOS Y PRIVACIDAD
Ante este escenario, la Unión se ha puesto las pilas y esta primavera la Comisión ha presentado una nueva hoja de ruta para el sector con un “enfoque europeo”. ¿Qué significa eso? Bruselas está convencida de que Europa cuenta con las bases para ello, pero, al mismo tiempo, reconoce que la Inteligencia Artificial viene asociada a retos legales, socioeconómicos y éticos que deben ser analizados con extrema cautela. No solo nos referimos a la potencial destrucción de puestos de trabajo, sino a los riesgos de seguridad, manipulación y privacidad de los datos y, sobre todo, a los usos que estos pueden tener tanto en manos privadas como públicas. Consciente de esta disyuntiva, el Ejecutivo comunitario propone este enfoque europeo que ponga por delante el respeto a los derechos fundamentales, pero también regule el sector a nivel económico garantizando una competencia justa.
“Europa necesita desarrollar una IA fiable, que elimine perjuicios y discriminación, que esté al servicio del bien común, a la vez que garantice que la industria genera prosperidad económica.” [Dragos Tudorache, presidente de la comisión especial dedicada a la Inteligencia Artificial en la Era Digital del Parlamento Europeo]»
“Para gestionar estos retos y oportunidades vinculados con la Inteligencia Artificial, la Unión Europea debe actuar unida y definir su propia manera basada en los valores europeos”, rebla el libro blanco de Inteligencia Artificial que Bruselas presentó en febrero de 2020. Esta es, justamente, una de las preocupaciones principales del Parlamento Europeo, que este mandato ha creado una comisión especial dedicada a la Inteligencia Artificial para analizar el impacto de su crecimiento. “Europa necesita desarrollar una IA fiable, que elimine perjuicios y discriminación, que esté al servicio del bien común, a la vez que garantice que la industria genera prosperidad económica”, afirmó el presidente de esta comisión parlamentaria, Dragos Tudorache.
El sector digital es responsable de más del 2% de las emisiones de efecto invernadero, por ello, el abordaje de la IA debe realizarse teniendo en cuenta políticas que minimicen su impacto medioambiental y reduzcan los residuos electrónicos
En concreto, la petición del Parlamento Europeo implica crear una regulación que proteja la privacidad, la transparencia y los derechos fundamentales, asegurando que los datos que se compartan de manera libre se limiten a cuestiones no personales o anónimas. “Los individuos tienen que tener el control absoluto de sus datos y estar protegidos”, dice la Cámara. Otro aspecto contempla la creación de espacios comunes de datos e infraestructuras de big data, pero a nivel europeo, evitando la fragmentación regional o nacional.
Tampoco sería un enfoque europeo si no tuviera en cuenta el impacto medioambiental de esta industria. “El sector digital es responsable de más del 2% de las emisiones de efecto invernadero, a medida que crece, debemos centrarnos en minimizar su impacto y reducir también los residuos electrónicos”, reblan los eurodiputados. La Comisión Europea asegura que el marco jurídico sobre la IA (el primero de la historia), el nuevo plan coordinado con los Estados miembros y las nuevas normas sobre maquinaria presentadas esta primavera ponen por delante los valores europeos y todas estas reclamaciones de la Eurocámara, pero, al mismo tiempo, el sector tecnológico es cada vez más potente en Bruselas y centra más esfuerzos en hacer lobby para imponer sus intereses.