Sirva este breve texto como bienvenida a esta nueva sección: “Incongruencias económicas y pensamientos sistémicos”. Me encantaría poder pasar muchos números con usted, querido lector, desgranando situaciones estúpidas protagonizadas por los más variados actores económicos y, por qué no, echándonos unas risas si se tercia, alrededor de las muchas tonterías que solemos ver casi a diario en el mundo de la economía y de la empresa. Me dirá usted que la economía es una ciencia seria y que da para poca broma. Intentaré demostrarle que se equivoca.
Dr. Marcos Eguiguren. Associate Provost for Strategic Projects de UPF-Barcelona School of Management. Cofundador de SingularNet Consulting.
De todas formas, como no puede ser de otra manera, la última palabra la tendrá usted. Si estas páginas gustan, aquí me tendrá, número tras número sacándole punta a cualquier situación; y, si no es así, deberé resignarme y dedicarme a otros menesteres. ¡Luego habrá quien diga que la ley de la oferta y de la demanda está sobrevalorada! ¡Benditos sean los cánones económicos clásicos!
Le aseguro que me encantaría que disfrutara y se lo pasara en grande con la sección. Verá que mi tono puede ser en ocasiones irreverente o canallesco, pero ¿hay acaso alguna ley que prohíba tomarnos los asuntos económicos con cierto humor? ¿Deben todos los artículos en nuestra área de conocimiento ser sesudos y profundos? Si en la prensa generalista nos hemos acostumbrado desde hace bastantes años a los tonos agoreros y apocalípticos acerca de prácticamente cualquier tema, por encima, en demasiadas ocasiones, de la mera descripción de los hechos, ¿por qué los economistas cuando hacemos divulgación u opinión tenemos que renunciar al sarcasmo o a reírnos de nosotros mismos, que buena falta nos hace? Fíjese usted que, incluso en el momento de meditar cuál sería un nombre adecuado para esta recién nacida colaboración, se barajaron algunos títulos algo más provocativos; sin embargo, se impuso el sentido común y optamos, como encabezamiento para estas líneas, por algo más descriptivo del fondo de la cuestión y menos del estilo combativo de este triste economista que les escribe hoy: “Incongruencias económicas y pensamientos sistémicos”.
UN TÍTULO CON FUNDAMENTO
Como podrá usted observar, ambos términos están profundamente interrelacionados. Incongruencias económicas o, mejor dicho, incongruencias en los comportamientos de determinados agentes económicos, muy en especial del sector público, las hay a patadas en todas las latitudes. Gasolina para esta sección la habrá sin duda. Y, pensamientos sistémicos, ¡ay, ay, ay!, ¿verdaderamente existe suficiente gente con capacidad real de decisión que tenga la capacidad de pensar sistémicamente? ¿No será precisamente la falta de capacidad de pensar sistémicamente la que provoca la mayor cantidad de incongruencias económicas?
Pero, veamos primero qué debemos entender por pensamiento sistémico. Para ello, empecemos por la palabra “sistema”. Puede definirse esta como un “objeto complejo cuyas partes o componentes se relacionan con, al menos, alguno de los demás componentes”. Más explícitamente, la Real Academia Española de la Lengua define sistema como un “conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto”. Deberíamos concluir, por lo tanto, que “pensamiento sistémico” es aquella forma de pensar que intenta tener en consideración holísticamente a los componentes de un sistema. Y, como usted sabe muy bien, no cabe la menor duda de que la economía es y se comporta como un sistema.
Cuando nos referimos a ese sistema económico, constituido por multitud de partes, de intereses y de actores, parece bastante obvio que la única forma de pensar —y de hacer— en economía, debería ser sistémica. Porque, ¿qué sentido tienen las medidas parciales que pretenden atacar un determinado problema económico si no se diseñan con una visión sistémica? ¿Cuál es el sumidero al que van a parar los muchos esfuerzos realizados en demasiadas ocasiones por infinidad de agentes privados y públicos cuando ese esfuerzo no está de veras bien calibrado y meditado desde un punto de vista sistémico?
CUANDO SALE EL TIRO POR LA CULATA
Ejemplos de ese tipo de situaciones podrían ser aquellos muchos ámbitos en los que la intervención del sector público en una actividad económica determinada acaba degenerando en una más que discutible intromisión. Esta intromisión puede acabar afectando al funcionamiento del libre mercado de tal manera que este acaba operando de forma opuesta a los deseos del sector público. ¿Alguien ha pensado en detalle cuáles pueden ser las consecuencias a largo plazo de las limitaciones a las subidas en los alquileres urbanos? ¿No hay formas mejores de suavizar el nivel de los alquileres en determinadas zonas del país?
Ninguna decisión económica, por humilde que parezca, deja de tener un componente sistémico. Cuando eso lo olvidamos, estamos condenados al fracaso
Otro ejemplo, en el ámbito más puramente privado, estaría en aquellos sectores económicos en los que su deriva oligopolista acaba reduciendo tanto el número de actores del mismo, que esa reducción, aparentemente positiva para estos, merma la capacidad de innovación de las empresas y da pie a la entrada de productos sustitutivos u otras amenazas. El sector financiero es, sin duda, un ejemplo muy claro de esa incongruencia.
Pero hoy, me va a permitir usted que no aborde ninguno de esos temas en profundidad. Tan solo pretendo recordar eso que tanto se nos suele olvidar. Ninguna decisión económica, por humilde que parezca, deja de tener un componente sistémico. Cuando eso lo olvidamos, estamos condenados al fracaso.