Dr. Marcos Eguiguren.Associate Provost for Strategic Projects de UPF-Barcelona School of Management. Cofundador de SingularNet Consulting.
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- Está todavía demasiado arraigada la creencia de que la responsabilidad social de las empresas es algo que se practica como un elemento tangencial fuera del modelo de negocio. En muchas ocasiones, a través de departamentos especializados o de fundaciones, sin demasiada conexión con el core de la compañía. Por desgracia, a fecha de hoy, las empresas con programas de responsabilidad social que tienen un alto componente de greenwashing o de socialwashing, son todavía una parte muy importante del censo empresarial.
- A pesar de los innegables avances de la RSC, la cultura empresarial dominante está todavía abducida por el famoso artículo de Milton Friedman, publicado en 1970 en The New York Times Magazine, “The Social Responsibility of Business is to Increase its Profits”. Aun aceptando que el legado de Friedman puede haber sido parcialmente malinterpretado, el cambio de cultura es imprescindible para tener una actividad empresarial socialmente responsable.
- Si bien la mayoría de grandes empresas está en mayor o menor medida haciendo avances sobre cómo puede mejorar en el campo de la responsabilidad social, las pequeñas y medianas empresas, en particular las primeras, están muy alejadas de este debate y no son conscientes de la necesidad de avanzar con los tiempos y de cómo, también en el ámbito de una pequeña empresa, el operar de una forma transparentemente responsable puede acabar siendo una ventaja competitiva.
- Hacen falta más evidencias de la relación positiva entre la práctica de la responsabilidad social y de políticas de sostenibilidad en las empresas y una mejor rentabilidad y resiliencia. Aquí el papel de las universidades y centros de investigación puede ser clave.
- El papel de la formación corporativa, en particular de las escuelas de negocio o de management, debe enfocarse más decididamente hacia la creación de una nueva generación de directivos con una clara conciencia de responsabilidad Todavía hay mucho camino que recorrer en este aspecto.
- A pesar de los innegables avances en el ámbito europeo y español, la sensibilidad hacia la RSC y, en general, hacia la cultura de la sostenibilidad, conceptualizada en términos ESG, es bastante deficiente en otras zonas del mundo. Ello podría acabar afectando a los desarrollos en Europa.
- Las consecuencias a corto y medio plazo de la pandemia y del conflicto bélico en Ucrania, con presiones inflacionistas y dificultades en las cadenas de suministro, pueden provocar que empresas en determinados sectores se aparten temporalmente de la agenda transformadora.
- Una inflación persistente y de cierta dimensión podría modificar la sensibilidad de los consumidores, priorizando el elemento coste por encima de otras consideraciones a la hora de elegir productos.
- Un excesivo papel regulador en el ámbito de la responsabilidad social por parte de los Estados puede provocar un efecto indeseado de arrastrar a las empresas a una política de tick-the-boxes sin un verdadero cambio cultural y de propósito, que es lo único que verdaderamente asegura un cambio de paradigma. Las políticas impulsoras son bienvenidas, un excesivo intervencionismo puede producir efectos contrarios.
- Existe una creciente conciencia de las empresas, especialmente de las medianas y grandes, de la necesidad de practicar elevados niveles de transparencia. La transparencia en sí, no es una garantía de que se actúe con elevados niveles de responsabilidad empresarial, pero es un factor higiénico de primer orden para promover su desarrollo.
- La creciente popularización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible entre consumidores y empresas, provoca que muchas de estas los hayan adoptado de forma proactiva para guiar sus políticas de responsabilidad social. Ello facilita la conexión entre empresas y consumidores.
- La implicación de la ciudadanía en muchas causas sociales hace que sea relativamente sencillo que las empresas más importantes puedan poner en marcha, con relativa solvencia, programas de voluntariado corporativo de alto impacto.
- Las nuevas generaciones de mandos intermedios, e, incluso, de altos directivos, tienen unos niveles de sensibilidad social que permiten ser optimistas cara a la evolución futura de la responsabilidad social en las empresas.
- La presión creciente de los consumidores está impulsando a las empresas a reconsiderar sus paradigmas de negocio. En Europa, ese cambio, que se está dando poco a poco, implica que el consumidor no solo valorará el precio y la calidad de un producto o servicio, sino también las características de su cadena de valor.
- La posibilidad de que se desarrollen nuevos estándares laborales mínimos en la UE, pero también de requisitos para terceros países, que impulsen la dignificación del trabajo y la paulatina eliminación de cadenas de valor de dudosa reputación a escala mundial.
- El Green Deal europeo y la apuesta decidida de la UE por ser faro mundial hacia un mundo más sostenible. Instrumento de primer nivel para la salida económica de la pandemia, pero muy vinculado con ese Green Deal, los Fondos Next Generation, son un puntal fundamental de esa estrategia para los próximos dos o tres años.
- La recién creada Taxonomía, en el ámbito de la Unión Europea que, a pesar de que ha sido objeto de diversas controversias, pretende impulsar el crecimiento de las finanzas sostenibles, fomentando así el crecimiento de actividades en determinados sectores y que tengan determinada cadena de valor.
- El creciente número de metodologías fiables que buscan la medida del impacto en los ámbitos ESG de cualquier negocio junto con el papel de la tecnología como facilitador de la trazabilidad de ese impacto.