Hay pocas dudas de que en el mundo actual la innovación hace décadas que gira en torno a lo digital. Más aún: algunos nos aventuraríamos a decir que, en este mundo digital, la inteligencia artificial se ha erigido en protagonista. ¿Pero qué hace la innovación digital diferente del resto?
ESTEVE ALMIRALL. Profesor del Departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de Esade.
La primera gran diferencia, la más obvia, del mundo digital, es su plasticidad. Cambiar algo es, si no un instante, algo relativamente fácil o, en el peor de los casos, factible. No estamos en el mundo físico, donde una vez se han puesto los cimientos tienes que vivir con ellos. El mundo digital nos permite remodelar, readaptar y reinventar sin prácticamente restricciones.
Pero la plasticidad implica algo más que cambios: es velocidad y es una cultura de desarrollo que se aleja significativamente de los enfoques de ingeniería tradicionales. Esta velocidad y la mentalidad ágil, resumida perfectamente por Mark Zuckerberg con su mantra “Move fast and break things”, han sido los pilares en el desarrollo del mundo digital. Organizaciones como SpaceX y Tesla han adoptado este ethos, encarnando una cultura impregnada de rapidez y experimentación.
Plasticidad, velocidad y una cultura experimental: estos tres componentes definen la esencia de la innovación digital. Los largos ciclos de desarrollo que dominan el mundo de la innovación industrial, a menudo de años, se condensan en el mundo digital en semanas o meses. Los cambios son constantes y la experimentación se lleva a cabo en entornos reales, fomentando la cultura de lo beta.
¿PERO ES ESTO TODO LO QUE CARACTERIZA LA INNOVACIÓN DIGITAL?
Es probable que recuerde cómo ChatGPT acumuló más de 100 millones de usuarios en sólo cinco días. ¿Fue solo un caso aislado? ¿Qué propósito tenían las presentaciones icónicas de Steve Jobs o los lanzamientos de gigantes tecnológicos como Google y Microsoft? Sí, promocionar el producto, pero había algo más: la generación de expectación o “hype”.
El “hype”, ese entusiasmo anticipatorio que cautiva la imaginación de los usuarios y de la sociedad en general, es un componente esencial en la innovación digital. Y lo es por tres razones, todas ellas vinculadas a la plasticidad, la velocidad y la cultura experimental que definen el éxito en el ámbito digital.
El mundo digital nos permite remodelar, readaptar y reinventar sin prácticamente restricciones
En primer lugar, el “hype” convierte a los usuarios en embajadores del producto, potenciando su difusión y atrayendo talento. Este talento −desarrolladores que crean extensiones y productos derivados− es el combustible de la innovación. En segundo lugar, el “hype” atrae capital. Los inversores se sienten atraídos por las posibilidades de negocio que se desprenden de la concentración de talento y la magnitud de la excitación generada entre los usuarios. Y en tercer lugar, el “hype” crea una corriente de opinión favorable a la propuesta, sin la cual el proceso de innovación no fluirá o incluso tendrá lugar una regulación contraria a dicho proceso. La creación de un clima no sólo favorable sino de excitación alrededor de la propuesta es imprescindible para imprimir el máximo de velocidad en el proceso de búsqueda que supone toda innovación.
La innovación digital, al igual que cualquier otro proceso de innovación, no es un proceso estático, sino dinámico, cocreado entre la sociedad y los innovadores. En este proceso la adopción es clave no sólo porque determina cuáles serán las innovaciones que tendrán éxito en el mercado y cuáles no, sino porque orienta su desarrollo y su evolución. Por eso es imprescindible disponer de todos los actores, especialmente de aquellos creadores que moldearán las innovaciones en función de lo que el mercado adopte. Sin ellos, sólo se pueden adoptar innovaciones diseñadas en otros mercados con base en las decisiones de otras sociedades.
La innovación digital, por lo tanto, es más que una simple secuencia de cambios tecnológicos: es una vibrante sinfonía de plasticidad, velocidad y experimentación, dirigida por el poder del “hype” y tocada por los talentos que se unen al ritmo del mercado. Así, este nuevo paisaje de innovación nos invita a mirar más allá de las tradicionales fronteras de lo posible, y nos desafía a abrazar el ritmo dinámico y electrizante de la era digital.