El desarrollo de las TIC y, más globalmente, la disrupción de los valores sociales han afectado a la noción de medición del rendimiento individual. Ya no es adecuada en las empresas y debe ser superada para iniciar una gestión que se materializa con nuevas prácticas.
Arnaud Lacan. Profesor de Management de Kedge Business School.
EL CONCEPTO DE EVALUACIÓN DEL RENDIMIENTO INDIVIDUAL hasta ahora había tenido un papel central en las empresas cuya organización se basaba, desde la producción hasta la gestión, en la medición y controles fundados en visiones racionales y utilitaristas de las actividades profesionales. Pero el desarrollo de las tecnologías digitales, en particular la disrupción de los valores personales en el trabajo, introducen una necesidad de cambio en la empresa que afectan a este concepto de medición y lo tornan obsoleto. Debido a los deseos más colectivos, junto con unas emociones más intensas que nunca, un nuevo concepto se impone en las organizaciones, el de un control administrativo cuyo objetivo es organizar la convivencia laboral para, a continuación, garantizar la aparición de las condiciones de bienestar en el trabajo.
La piedra angular de la regulación toma la forma de un nuevo equipo de gestión que se esfuerza por alcanzar, en los equipos, el paso de la simple cooperación a una cooperación genuina al servicio de todos: la empresa y sus empleados. La dirección corre a cargo de una nueva figura que tanto busca ser un testigo como un facilitador, un animador de equipos como un regulador de la intensidad y el ritmo de la carga de trabajo y de las condiciones en que se desarrolla: el gerente-líder, que enmarca y tranquiliza, que hace crecer a sus empleados, que pone en marcha a sus equipos y les conduce al rendimiento colectivo. El liderazgo es la postura de gestión necesaria para afrontar los retos que conllevan los grandes cambios de una disrupción social en curso y, en especial, para apoyar a las nuevas generaciones en las empresas.
Hoy en día el management debe aportar razones a los empleados para que quieran emprender de forma conjunta, como una tribu unida por el mismo propósito y alimentada por los mismos principios de eficiencia y cooperación. Esto debe hacerse en un ambiente pacífico por estar las relaciones reguladas. En consecuencia, el centro de gravedad de las misiones del gerente se ha desplazado y la empresa ya no espera de él que controle el rendimiento individual sino la regulación de las relaciones entre sus empleados para crear las mejores condiciones de bienestar en el trabajo, condición sine qua non del rendimiento colectivo