Vivimos en un mundo de creciente complejidad. Aumenta la interconexión entre los múltiples agentes y factores que determinan el entorno empresarial. Los cambios en la tecnología, la demografía, los hábitos sociales, las instituciones, el medio ambiente, las fuentes de energía o la geopolítica hacen que la imprevisibilidad aumente.
ALBERTO GIMENO. Profesor del Departamento de Dirección General y Estrategia de Esade e Investigador del Esade Entrepreneurship Institute
Manejarse en esta realidad requiere complementar la mirada lineal de la realidad (relaciones directas causa-efecto), de forma que podamos intuir las nuevas realidades que emergen fruto de estas múltiples interacciones. Difícilmente los analistas y expertos anticiparon el colapso de la URSS, la elección de un presidente norteamericano como Obama y después uno inestable como Trump, la caída de Nokia, que habría dos Papas, que una pandemia pararía el mundo, que ChatGPT trastocaría el entorno digital o que la guerrilla hutí bloquearía el comercio mundial.
Imaginar el futuro a partir de la extrapolación de los datos del pasado es, con frecuencia, insuficiente; hay discontinuidades
Las decisiones empresariales deben integrar este aumento de complejidad y, para ello, las prácticas basadas en un gran rigor analítico no son suficientes. Imaginar el futuro a partir de la extrapolación de los datos del pasado es, con frecuencia, insuficiente; hay discontinuidades. La planificación y la eficiencia no son necesariamente factores clave del éxito.
Los esfuerzos de análisis deben complementarse con esfuerzos de síntesis; es decir, con la capacidad para identificar indicadores de cambio, poder conectar aspectos que no son evidentes y la capacidad de dar sentido a realidades aparentemente inconexas. La capacidad de síntesis se basa en la intuición del experto, de aquellas personas que conocen a fondo su organización, sus procesos y sus personas, que tienen el pulso del mercado y que pueden identificar patrones y situaciones de oportunidad o de amenaza de una forma heurística.
Las empresas familiares bien gestionadas tienen la capacidad de integrar las aproximaciones analíticas con las intuitivas
Las empresas familiares bien gestionadas tienen la capacidad de integrar las aproximaciones analíticas con las intuitivas; pueden integrar las prácticas profesionales en lo que suponen de claridad en los procesos, análisis de datos y rigor metodológico con la capacidad de darse cuenta, de ver lo que no es evidente a la luz del pensamiento estratégico convencional. Para ello, es necesario que pueda establecerse en la empresa un diálogo estratégico entre los diferentes protagonistas.
La empresa familiar está especialmente bien dotada para combinar análisis e intuición cuando hay conexión de la alta dirección con el quehacer de la organización. Los mandatos de los gestores son largos de forma y permiten entender matices y detalles y existe confianza entre el equipo directivo, consejo de administración y propiedad. La empresa familiar está especialmente bien dotada para actuar en este mundo de complejidad creciente cuando sabe desarrollarse construyendo sobre sus fortalezas sin copiar de forma mimética prácticas de gestión excesivamente reduccionistas.