La independencia económica es una oportunidad, pero también un engaño al hacernos procrastinar respecto a lo que más nos importa en la vida. Y es que cuando nos ponemos en modo productivo, podemos llegar a ser grandes procrastinadores.
ALBERT BOSCH. Aventurero y experto en liderazgo
El pasado mes de septiembre hicimos una expedición muy especial en Groenlandia, navegando la costa sudoeste en bicicletas de mar.
Éramos cuatro compañeros apasionados por conocer nuevos entornos remotos y con el propósito de utilizar esta aventura para divulgar y concienciar sobre las consecuencias del cambio climático.
Para realizar un documental, nos acompañó un equipo de filmación de cuatro personas, que de vez en cuando se acercaba a nosotros en una embarcación para tomar imágenes.
La gestión del talento está y estará cada vez más atada a esta parte de realización personal
Todos teníamos una larga trayectoria de experiencias de este tipo, pero había una persona un poco diferente: un empresario de éxito que conocía a uno de los responsables del documental y que quiso unirse al proyecto como ayudante de cámara para vivir algo especial, diferente y que no podía comprarse con dinero: una experiencia que lo hiciese sentir vivo de verdad.
Este empresario reflexionaba sobre lo equivocado que había estado al ir posponiendo experiencias que quería vivir para realizarlas cuando estuviese más liberado de tiempo y tuviera más independencia económica. En el plano económico le iba bien, pero su empresa dependía mucho de él y no se sentía capaz de delegar y alejarse de ella más de una semana seguida. Tenía cuarenta y ocho años, y veía que, aunque tuviese éxito económico, estaba perdiendo la vida en lo personal para dedicarlo todo a lo profesional. Y concluyó que la mejor manera de vivir era combinando la realización de lo que realmente nos apasiona con nuestra responsabilidad profesional.
Durante mi larga trayectoria viviendo aventuras por el mundo, me he encontrado algún millonario aventurero, pero la inmensa mayoría de personas no tenían resuelta su “independencia económica”. Habían aprendido a combinar sus pasiones con sus trabajos y tenían claro que no querían posponer la vida que querían para cuando su capacidad económica les liberase de sus obligaciones profesionales.
Evidentemente, poder alcanzar una total independencia económica que no requiera trabajar, tanto en la jubilación como en edades más tempranas, es una gran oportunidad para vivir una vida llena. Pero a mi modo de ver, en la mayoría de las ocasiones es más un engaño que una oportunidad. Está bien intentar luchar para tener cuanto antes la posibilidad de ser independiente en lo monetario, pero nunca a costa de posponer para entonces la vida real que deseamos.
En cada etapa de la vida se podrá aplicar una proporción determinada de pasión personal y responsabilidad profesional, pero siempre debería estar combinada y conectada.
Tanto las experiencias vitales clave como los aprendizajes que más nos atraen, como la aplicación de valores de impacto social y ambiental, deben ejercerse durante toda nuestra vida de forma combinada con nuestra actividad profesional o empresarial y no dejarlas para cuando hayamos triunfado o nos jubilemos. Primero porque quizás no llegamos triunfar como pretendemos, y segundo porque si llegamos a ese momento de liberación del trabajo, puede que ya sea tarde para nuestras capacidades físicas, de aprendizaje, de desarrollo de ciertas habilidades o de crear un impacto social o ambiental real.
Ello es clave para el sentido vital de cada empresario o profesional, pero también es un tema crucial en el liderazgo de organizaciones, porque la gestión del talento está y estará cada vez más atada a esta parte de realización personal. Las personas talentosas son cada vez más sensibles a la posibilidad de desarrollo personal más allá del tema profesional. Y si lo entendemos y somos capaces de facilitar este aspecto, tendremos un gran atractivo para el talento, tendremos equipos más consolidados y comprometidos, y seremos todos más felices y eficientes en lo que hacemos.
Como decía John Lennon, que no nos pase aquello de que “la vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes”














