Mucho más que el templo de la ópera de Barcelona
Creado por la sociedad civil hace más de 150 años, el Liceu ha sabido recuperarse de los diferentes obstáculos que ha sufrido a lo largo de su historia. Hoy en día, sigue siendo un teatro de primera línea internacional y un punto de referencia para la cultura catalana.
Texto: Olivia Majó Fotos: Jar, Cedidas
Para conocer la historia del Liceu, hay que remontarse a 1837, cuando un batallón de la Milicia Nacional creó, en el convento de Montsió, el Liceo Filodramático de Montesión, con el objetivo de promover la enseñanza de la música.
En 1844, sin embargo, la sociedad tuvo que abandonar el convento por presiones de las monjas propietarias. Entonces los responsables del proyecto pusieron en marcha la construcción de un nuevo edificio con la ayuda de empresas y particulares que, a cambio de sus aportaciones económicas, pasaban a ser propietarios a perpetuidad de los palcos y butacas del futuro teatro.
De esta manera el Liceo se convertía en un caso único ya que, al contrario de lo que ocurría en la mayoría de ciudades europeas, donde la monarquía se hacía cargo de la construcción y mantenimiento de los teatros, el coliseo de Barcelona se construyó íntegramente con aportaciones particulares.
Finalmente, el 4 de abril del 1847 se celebraba la función inaugural del nuevo Liceu que, en aquel momento, era el teatro más grande de Europa, con una capacidad para 3.500 espectadores divididos entre la platea y los cinco pisos superiores.
 
Un teatro de referencia
Pronto el Liceu comenzó a atraer a un numeroso público y se convirtió en el principal teatro de ópera de la ciudad. Después de sufrir un primer incendio en 1861 y de ser reconstruido, vivió una época de esplendor. Era el punto de reunión de las clases acomodadas -salvo el cuarto y quinto piso, donde se situaban los melómanos con menos recursos- y por la calidad de su programación, se situó en la primera línea de los teatros operísticos europeos.
En el año 1981, dada la imposibilidad de los propietarios de seguir haciendo frente al alto coste de la programación, las administraciones públicas entraron a formar parte de la gestión del teatro, con la creación del Consorcio del Gran Teatre del Liceu. Terminaba así una primera parte de la historia del Liceu, en la que se había podido mantener ininterrumpidamente sin la ayuda de fondos públicos.
A diferencia de lo que ocurría en la mayoría de ciudades europeas, donde la monarquía se hacía cargo de la construcción y mantenimiento de los teatros, el coliseo de Barcelona se construyó íntegramente con aportaciones particulares y no fue hasta 1981 que las administraciones públicas entraron a formar parte de su gestión
Después del segundo incendio, en 1994, para posibilitar su reconstrucción, se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu y los antiguos propietarios cedieron la propiedad del teatro al Consorcio. El nuevo teatro, con una apariencia fiel al anterior pero dotado de unas infraestructuras técnicas muy avanzadas y con una superficie ampliada, abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.
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• El 9 de abril de 1861, un incendio destruye el teatro. Gracias a las aportaciones privadas, sin embargo, el Liceu es reconstruido y reabre sus puertas un año después. • El 7 de noviembre de 1873, el anarquista Santiago Salvador lanza una bomba en la platea y mata 20 personas. • El 31 de enero de 1994, las chispas provocadas por unos soldadores en el escenario desencadenan un gran incendio que destruye de nuevo el edificio. |
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