Cellers Domenys i Secció de Crèdit es una cooperativa fundada en 1917 que produce vinos y cavas de cuatro denominaciones de origen: Cava, Penedès, Cataluña y Conca de Barberà. También produce aceite, tiene cinco agrotiendas y una sección de crédito con cinco oficinas.
Oriol Amat. Catedrático de Economía Financiera de la UPF y UPF Barcelona School of Management, vicedecano del Colegio de Economistas de Cataluña y vicepresidente ACCID.
“Las cooperativas proporcionan los medios organizativos a través de los cuales una proporción significativa de la humanidad puede crear ocupación productiva, superar la pobreza y lograr la integración social.”
Butros Butros-Ghali (1922-2016), secretario general de la ONU de 1992 a 1996
LAS COOPERATIVAS Y SUS PRINCIPIOS
Las cooperativas nacieron a mediados del siglo XIX, cuando la clase obrera intentaba mejorar las condiciones económicas creando sus propios puestos de trabajo o agrupándose para poder acceder a productos a precios más económicos. La primera cooperativa fue fundada en Rochdale (Inglaterra) por parte de veintiocho obreros que crearon una tienda para proveerse de alimentos. De acuerdo con la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), las cooperativas se rigen por siete principios:
- Participación voluntaria y abierta (no se puede discriminar a nadie que quiera ser socio de una cooperativa).
- Gestión democrática por parte de los socios.
- Participación económica de los socios equitativa y retribución del capital limitada.
- Independencia con relación a los gobiernos u otras organizaciones.
- Educación, formación e información a los socios y también al resto de la sociedad.
- Promoción de la cooperación entre cooperativas para fortalecer el movimiento cooperativo.
- Interés por la comunidad y el entorno social, que incluye el bienestar planetario.
Estos principios, hoy en día, son importantes fortalezas que pueden contribuir a ganar competitividad, puesto que están alineados con tendencias clave como el papel central de la persona, la democracia, la formación, la colaboración y la sostenibilidad. Según la ACI, el 12% de la humanidad es miembro de alguna de los 3 millones de cooperativas que existen en el mundo, que generan el 10% de la ocupación mundial. En Cataluña y España, el peso es más reducido, puesto que las cooperativas representan cerca del 2% o 3% de la ocupación y del PIB. Entre las cooperativas más conocidas destacan Eroski, Consum, Grupo Cajamar, Caixa d’Enginyers, Coren, Abacus, Suara, La Fageda, Ibars y Guissona. En Cataluña, 2,2 millones de personas tienen algún tipo de vinculación con alguna de las 3.951 cooperativas, como consumidoras, trabajadoras o productoras.
EL COOPERATIVISMO AGRARIO NACE DE LA NECESIDAD
A finales del siglo XIX, la filoxera destruyó la mayor parte de los viñedos de Francia y Cataluña. A raíz de esta plaga de la vid, los campesinos iniciaron un importante proceso de empobrecimiento, pero reaccionaron uniéndose y creando cooperativas vitivinícolas. De principios del siglo XX, son muchas las bodegas cooperativas que todavía existen hoy en día y que han permitido evitar la desaparición del campesinado, sobre todo en Tarragona. En aquellos años se construyeron edificios, obra de arquitectos como Cèsar Martinell (1888-1973, discípulo de Gaudí), Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) o Pere Domènech i Roura (1881-1962, hijo de Domènech i Montaner), que se han convertido en monumentos emblemáticos. Un ejemplo de ello es la imponente bodega de Rocafort de Queralt, que forma parte de Cellers Domenys, declarada Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Cataluña. El escritor Àngel Guimerà denominó estas bodegas cooperativas “catedrales del vino”.
“Hay que poner en valor la implicación de todos los agricultores, por su compromiso con la tierra; del equipo técnico de la cooperativa, por lograr un producto de calidad excelente; y de los clientes y de las instituciones, por confiar en el trabajo que realiza esta cooperativa que nació hace más de cien años”.
Magí Baltà, presidente de Cellers Domenys
CELLER DOMENYS
Cellers Domenys es una de las cooperativas vitivinícolas más relevantes de Cataluña. Nació en 1917 en Sant Jaume dels Domenys, fruto de la unión de veinte socios con el objetivo de poner en marcha varias actividades: una caja rural, un horno de pan y la compra en común de abonos y fitosanitarios.
En el año 1950 se inauguraron las instalaciones de la almazara de aceite y en 1961 se creó la sección de bodega. Con el paso del tiempo, la cooperativa fue ampliando sus actividades hasta llegar a producir vino a granel y embotellado y aceite, tener agrotiendas y prestar servicios financieros y de seguros a los socios. La sección de crédito, que cuenta con cinco oficinas, presta apoyo económico y financiero a sus socios.
A partir del 2006, la cooperativa inició varios procesos de fusión (véase la figura 1) para conseguir masa crítica que permitiera mejorar el poder de negociación con los clientes y para optimizar los costes de producción. De todas maneras, en los últimos años, la caída del precio del vino a granel ha hecho que los ingresos hayan disminuido de manera significativa (véase la figura 2). Una consecuencia de la reducción de los ingresos es que el precio pagado a los socios por sus aportaciones de uva también ha bajado. Posteriormente, a partir del 2020, la pandemia de la COVID-19 también ha resultado muy perjudicial. Todo ello pone en peligro la continuidad de muchas explotaciones agrarias.
Ante esta compleja situación, el presidente de Cellers Domenys, Magí Baltà, destaca precisamente que “el modelo cooperativo, que ha demostrado ser un modelo social y económico de éxito, no sería posible sin el esfuerzo, la dedicación y el amor por el territorio de varias generaciones de campesinos y campesinas, de trabajadores ilusionados y comprometidos, con el apoyo de las instituciones que, durante más de cien años, han creído y continúan creyendo en este proyecto. ¡Larga vida a las cooperativas!”
VENTAJAS COMPETITIVAS
De la estrategia de Cellers Domenys podemos destacar varios elementos positivos:
• Mejora de la capacidad productiva, gracias a la apuesta por la innovación y la calidad. Actualmente, tiene bodegas con innovadores y potentes sistemas de elaboración de vinos y cava, así como almazaras para la producción de aceite de oliva virgen extra con denominación de origen. Destacan las bodegas de Sant Jaume dels Domenys, las de mayor tamaño, equipadas con última tecnología, y las de La Bisbal del Penedès, Blancafort y Pira, así como la bodega modernista de Rocafort de Queralt, donde se concentra la producción de los embotellados. En los últimos años, ha recibido numerosos premios por la calidad de sus vinos (véase la cronología).
• Apuesta por el producto embotellado con marca propia. Para aumentar el valor añadido, a lo largo de los últimos años, Cellers Domenys ha incorporado productos embotellados: vino (con las marcas Capvespre, Nat1917, Ànima Nua Cor Viu y Domenio), cava (marca Tres Naus) y aceite (Cellers Domenys y Clot de l’Hora). De todas maneras, el producto embotellado, actualmente, solo representa cerca del 5% de toda la producción.
• Agrotiendas que permiten llegar directamente al cliente final.
• Amplia oferta de servicios a los socios, incluyendo la recepción de su producción (uva y aceitunas), el asesoramiento agrario y servicios financieros y de seguros.
• Otro punto fuerte es la obra social, como la Fiesta del Vino y el Aceite Joven, que congrega cada año a más de mil personas en un desayuno popular, o la colaboración con actos culturales (cantata de habaneras en verano dentro de la bodega modernista de Rocafort de Queralt, edición de libros…), el patrocinio de equipos deportivos de los pueblos, la colaboración con la Vuelta Ciclista del Baix Penedès, etc.
EL VINO: UN SECTOR DIFÍCIL
En España, hay unas 4.300 bodegas (765 en Cataluña), de las cuales 3.075 exportan a 189 países. En total hay 949.565 hectáreas de viñedo, que representan el 13% mundial. Se producen 37,3 millones de hectolitros de vino, de los cuales se exportan 21 millones de hectolitros, un hecho que convierte el país en el tercer productor y el primer exportador del mundo en volumen. El sector viticultor genera una ocupación de 427.700 puestos de trabajo (que es el 2,4% del total de la ocupación española). En los últimos años, el precio del vino a granel ha caído con fuerza. En el año 2020, por ejemplo, el precio medio por litro en España fue de 0,44 euros, cuando en 2018 era de 0,73 euros, según datos del Observatorio Español del Mercado del Vino. Esto hace que los productores tengan que vender la uva a un coste inferior a su coste de producción. Entre las causas de esta caída del precio hay el exceso de producción. Y la COVID-19 todavía ha complicado más la situación, puesto que según la Federación Española del Vino, el 90% de las bodegas se han visto perjudicadas o muy perjudicadas por la pandemia, que ha causado, de media, una caída de los ingresos del 28%. Y la mayoría no esperan que se produzca una recuperación hasta el 2022.
Por eso, para hacer frente a estos problemas, es fundamental:
- Bajar los costes de producción: mediante el augmento de la eficiencia de las instalaciones productivas gracias a fusiones de diferentes entidades, por ejemplo.
- Apostar por las marcas propias de producto embotellado, aprovechando el interés creciente de los consumidores hacia los productos de proximidad. Debemos lograr una mayor implicación de los socios y del territorio para que den más apoyo a los productos y servicios propios.
- Lograr un compromiso firme con la sostenibilidad: cultivo ecológico, energías renovables, reducción de las emisiones…
- Sacar provecho de la digitalización y de las posibilidades de las redes sociales.
- Aprovechar la vertiente gastronómica del vino como elemento integrante de la dieta mediterránea.
- Trabajar más a fondo la dimensión cultural del vino, promocionando eventos y visitas en las bodegas y museos y promoviendo rutas del vino.
- Fortalecer la comercialización mediante alianzas con cooperativas y otras entidades para mejorar la distribución, la exportación y la presencia en las cadenas de supermercados y en bares y restaurantes. En este punto, es necesario que las cooperativas profundicen en las posibilidades que supone la cooperación y la integración entre ellas.
“Durante la pandemia de la COVID-19, las cooperativas agrarias nos hemos reafirmado como un sector básico garantizando la provisión de alimentos al conjunto del país, al tiempo que cumplíamos una función social imprescindible en el territorio y mostrábamos nuestra vertiente más solidaria”.
Ramon Sarroca, presidente de la Federación de Cooperativas Agrarias
La visión de Cellers Domenys va en esta línea y su gerente, Lluís Roig, lo resume diciendo que “hay que afrontar el futuro modernizando el modelo, con espíritu cooperativo y latido empresarial. Hace falta una voluntad clara de adaptación a los cambios, un fuerte compromiso y la participación de nuestros socios y de todo el equipo humano con convencimiento y una buena dosis de estima, ganas e ilusión. De la viabilidad de este modelo dependerá que nuestros viticultores puedan continuar trabajando con un precio digno, a la vez que se garantiza un producto de calidad, la seguridad alimentaria y el cuidado y el respeto hacia el medio ambiente. Y debemos seguir siendo un referente económico, social y cultural en cada uno de nuestros pueblos.”
LOS RETOS DE FUTURO
En 1991, cuando hice la tesis doctoral sobre las cooperativas agrarias, detecté debilidades importantes: carencia de formación, cada cooperativa iba por su cuenta, las instalaciones de producción estaban obsoletas, vendían el producto a granel con poco valor añadido y no tenían marcas propias. Desde entonces, el sector ha mejorado mucho, tanto en formación como en producción. También se han culminado procesos de fusión de cooperativas y se ha empezado a apostar por las marcas propias y por la comercialización. De todas maneras, el mundo ha evolucionado más rápido que las cooperativas.
De cara al futuro, habrá que acelerar y seguir apostando, pues, por la innovación, para hacer más alianzas y fortalecer la comercialización y potenciar las marcas propias. Y habrá que hacer todavía más fusiones. En países como Holanda o Alemania, por ejemplo, las cooperativas agrarias actúan como si fueran una única entidad. No podemos perder tiempo, porque está en peligro la viabilidad de las explotaciones agrarias de los socios y, por lo tanto, la continuidad de una parte muy importante del campesinado. De este modo, la cooperativa podrá cumplir sus objetivos en beneficio de los socios y del equilibrio territorial. Si las cooperativas fracasaran, nos podríamos encontrar con una importante despoblación en el mundo rural, con todos los inconvenientes que esto supondría. Por eso, es capital aplicar de manera tenaz los principios cooperativos. Cómo dijo Kofi Annan (secretario general de la ONU de 1997 a 2006): “Según los principios de la iniciativa privada, el emprendimiento y el autoempleo, basados en los valores de la democracia, la igualdad y la solidaridad, el movimiento cooperativo puede ayudar a abrir el camino hacia un orden económico más justo e inclusivo.”