Economista y gestor de fondos de inversión, hace sólo unos meses, Daniel Lacalle fue nombrado comisario de la Comunidad de Madrid para atraer inversión en el contexto del brexit. Una misión que, a partir de ahora, este conocido analista financiero tendrá que compaginar con su labor como escritor de best sellers y colaborador en varios medios de comunicación.
Texto: Berta Seijo
Partiendo de que reside en Londres, la primera pregunta es casi obligatoria: ¿qué valoración hace del brexit?
Me hubiera gustado que el Reino Unido se quedase porque aportaba muchas cosas positivas a la Unión Europea, sobre todo una visión de libre mercado que contrarrestaba el modelo dirigista de Francia. Pero es el resultado que ha salido y ahora lo que hay que hacer es sacarle partido.
Para bien y para mal, ¿cuáles cree que pueden ser las consecuencias en lo que se refiere a empresas y a fondos de inversión de que el Reino Unido salga de la Unión Europea?
El brexit es una oportunidad de oro para la Unión Europea y para España de hacer un esfuerzo y fortalecer la creación de empleo y empresas. Esa es la parte positiva. La negativa es que estamos delante de un proceso que como mínimo va a traer consigo varios años de incertidumbre. Y como se parte de posiciones tan encontradas, no vamos a tener mensajes tranquilizadores por parte de los líderes políticos, al menos en los medios de comunicación. Por lo tanto, creo que esto puede generar un cierto nivel de preocupación.
¿Cómo puede salir reforzada la UE de este revés y atraer capital del Reino Unido?
Fundamentalmente, saliendo del bucle intervencionista. La Unión Europea tiene que cambiar el chip de una política dirigida en la que los gobiernos ejercen demasiada influencia sobre la economía, mejorando así su posición en cuanto a facilidad para crear negocios. Creo que estos son elementos que mucha gente llevamos pidiendo desde hace tiempo y ahora es una buena oportunidad para conseguirlos.
“La UE debe salir del bucle intervencionista para atraer capital y facilitar la creación de empresas.”
¿Cómo se preparan la mayoría de empresas españolas que operan en el Reino Unido ante lo que viene?
Están haciendo un ejercicio de prudencia y de analizar las cosas que ocurren de verdad. Todavía no se sabe qué legislación de inmigración, ni qué marco fiscal, ni qué relación bilateral va a haber entre la Unión Europea y el Reino Unido. Por lo tanto, yo creo que, de momento, la posición de las empresas es de mucha cautela y serenidad, como no podría ser de otra manera, y a la espera de un escenario en el que puedan tomar decisiones rápidamente en caso de cambios radicales.
El voto de los británicos a favor de la ruptura con Europa es una de las múltiples crisis políticas a las que se enfrenta el mundo Occidental en la actualidad. ¿Qué opinión le merece el auge de los populismos y los nacionalismos como respuesta al descontento popular?
Creo que es una reacción hacia un concepto de la globalización que en Estados Unidos llaman globalismo. Hay que diferenciar entre estos dos términos. Si nos referimos a la globalización, no hay nadie en el Reino Unido ni en Estados Unidos que esté en contra del libre comercio o de la apertura; son países completa y absolutamente abiertos al mundo. Pero es verdad que la globalización se ha planteado desde ese concepto que es el globalismo o, en otras palabras, la decisión por parte de comités burocráticos no elegidos del marco en el que se crean las relaciones bilaterales, el comercio o las relaciones entre países. Y creo que ese el problema: una reacción que se produce contra unas estructuras supraestatales que, primero, no han respondido a las necesidades de los ciudadanos, segundo, no han facilitado el crecimiento, ni la inversión ni el empleo, y, tercero, generan una percepción de control burocrático sobre las decisiones soberanas de los países.
No es una reacción en contra de comerciar o de tener relaciones abiertas y prósperas entre países, sino en contra de una inmigración que no es integradora y que es excluyente, en contra de unos entes supranacionales que no muestran liderazgo ni capacidad de generar mayor crecimiento ni mayores oportunidades. Es una reacción en contra de ese establishment, de esa superestructura burocrática que se autoperpetúa y que no responde a lo que esas sociedades han sido y por las que se han convertido en países líderes.
Al contrario de lo que se ha dicho en algún medio de comunicación, no lo vería desde un punto de vista xenófobo. Si yo subcontrato la soberanía de mi país en una serie de cosas, tendré el derecho a exigir que esas cosas se hagan bien y si no se hacen así, entonces puedo estar en contra. En cualquier caso, es normal que cuando la Unión Europea, la ONU o el Banco Mundial han sido tan poco críticos consigo mismos, tan poco dinámicos y abiertos a una sociedad que se desarrolla rápidamente, aparezcan partidos que aprovechen la ocasión para criticar el 100% de estas organizaciones. Lo que ocurre es que ante la respuesta autoritaria de Bruselas (“Esto es así y así lo tienen que aceptar”) se genera la respuesta contraria, la de decir: “Yo no quiero nada con ustedes”.
Siguiendo con la irrupción de nuevos actores en el escenario político actual, ¿qué piensa sobre la forma de entender la economía del nuevo presidente de los Estados Unidos? ¿Es viable en un mundo globalizado que espera la llegada inminente de la cuarta revolución industrial?
Más que viable, lo que debemos preguntarnos es si es una forma óptima. Viable, en la primera economía del mundo, nos guste o no, lo es. Otra cosa es que sea una manera óptima, y a mí no me lo parece. Pero, lo que también es cierto es que todas esas fases no se están llevando a cabo en el día a día. No ha habido un aumento del proteccionismo. Los checks and balances de la sociedad norteamericana son admirables y ni permitieron al presidente Obama hacer todo lo que quería ni lo permiten ahora con Trump. Eso es muy importante.
En cualquier caso, el tiempo dirá, pero conociendo la composición del Gobierno de Donald Trump, me parece imposible que esas personas (a algunas de ellas a quienes conozco personalmente y admiro), con su trayectoria, vayan a llevar a cabo políticas en contra del libre comercio, la libre empresa o el crecimiento económico. De hecho, los datos lo demuestran: tanto las importaciones como las exportaciones de los Estados Unidos han remontado.
Creo que ese cambio de mentalidad no es hacia algo completamente nuevo, sino volver a lo que siempre ha sido la relación entre las superpotencias y las economías del mundo. No se diferencia mucho de lo que hizo Roosevelt.
“La Administración Trump no está llevando a cabo políticas contrarias al libre comercio, la libre empresa o el crecimiento económico. De hecho, los datos lo demuestran: tanto las importaciones como las exportaciones del país han remontado.”
Entre otras cosas, Trump ha prometido una bajada masiva de impuestos, medida que usted considera fundamental para aumentar el crecimiento de un país. ¿Qué le diría a aquellos que afirman que subiendo los impuestos se reduce el déficit?
Primero, que subiendo impuestos no se reduce el déficit, como hemos podido ver. La evidencia empírica nos ha mostrado que las subidas de impuestos sólo llevan a gastar más. Y luego resulta que en Estados Unidos se ha duplicado la deuda durante la Administración Obama. Y la mayor evidencia del fracaso de la política económica de Obama se llama Donald Trump. A mí me gusta hablar con los datos en la mano y las subidas monstruosas de impuestos que se han llevado a cabo en la OCDE, donde la presión fiscal ha alcanzado niveles históricos, coinciden exactamente con un aumento desproporcionado de la deuda en la mayoría de los países miembros. Asimismo, las bajadas de impuestos han funcionado en tantos y tantos países (Reino Unido, Irlanda, Suecia, Holanda, etc.), generando un efecto de contención y de dinamismo de la economía.
¿Qué otro tipo de medidas cree que deberían implantarse España para recuperar dinamismo en materia de empleo e inversión?
Junto con la bajada de impuestos, algo fundamental es cercenar de manera drástica las trabas burocráticas, que en España son absolutamente desproporcionadas.
Por último, tengo que preguntarle qué le deparará el nuevo año a la economía española. ¿Cuáles serán los grandes motores de la economía en 2017?
La posición general de la economía española es bastante positiva, y un nivel de crecimiento que oscila entre el 2,5 y el 3% es completamente lógico. Por otro lado, el gran motor de la economía de 2017 es la demanda interna: está creciendo de una manera muy importante, lo cual demuestra que el desempleo y los salarios mejoran, y que las empresas empiezan a ganar dinero.
Madrileño, afincado en Londres y con una sólida formación académica, Daniel Lacalle (1961) es uno de los economistas más influyentes del mundo. Especialista en gestión de carteras e inversión, ha desarrollado su carrera profesional en firmas de renombre internacional como Citadel, Ecofin Limited o PIMCO (de la que fue vicepresidente), labor que ha compaginado ejerciendo la docencia en centros como el IE, la LSE, la UNED o el IEB. Actualmente, es director de Inversiones en Tressis Gestión, y sigue colaborando en medios de comunicación nacionales (El Español o La Sexta) y extranjeros (CNBC, BBC o The Wall Street Journal). Por último, Lacalle es autor de varios best sellers (Nosotros, los mercados, Viaje a la libertad económica o La madre de todas las batallas) en los que, como buen liberal, defiende la apertura, la flexibilidad y la disminución del intervencionismo para impulsar el crecimiento económico.