El fuerte potencial de las microempresas y de las pequeñas y medianas empresas puede traducirse en un gran empoderamiento de la comunidad del barrio, de la ciudad mediana o del municipio pequeño. Pero no es un proceso automático: necesita un empujón. Dicho impulso depende de la gestión pública.
XAVIER TORRENS. Profesor de Ciencia Política de la UB. Politólogo y sociólogo.
El análisis de las microempresas y de las pequeñas y medianas empresas se puede hacer de muchas maneras. Estamos acostumbrados a examinar a las pymes desde la visión empresarial y económica, como es lógico. Es menos habitual dar un punto de vista politológico y sociológico a la vez. Lo haremos. Observaremos hasta qué punto las pymes son un factor determinante para hacer prosperar y consolidar una comunidad.
La comunidad es un referente que se sitúa entre los individuos y la sociedad, entre las personas y el sistema político, entre los pacientes y el sistema sanitario, entre los clientes y el mercado, entre los usuarios finales y la gestión pública.
CAPITAL SOCIAL
Entendemos por comunidad las interrelaciones humanas que sustentan el capital social, aquellos conocimientos, habilidades y competencias de las personas que se aprenden y se adquieren mediante la convivencia ciudadana. Pues bien, el capital social y la vertebración de la comunidad que conforma a las personas de un territorio, sea un barrio de una gran ciudad, el municipio de una ciudad mediana o la localidad de un municipio pequeño, en parte depende de las pymes.
El capital social, puesto en la agenda pública por Robert D. Putnam cuando vaticinó su bajada, junto con el descenso del sentimiento comunitario, puede enderezarse e ir en ascenso. Se puede levantar con el apoyo a las ONG y a las entidades de la sociedad civil, junto a las entidades no lucrativas del tercer sector. Además, este capital social que se construye gracias a la confianza mutua de la ciudadanía, la participación política y el asociacionismo, también puede configurarse mediante la sociabilidad que la gente vive con las pymes. Y la forma de hacerlo es con el apoyo de programas públicos.
PROGRAMAS PÚBLICOS
La concentración de las pymes en determinadas zonas de un municipio afecta a la desigualdad de las personas. Como también lo hace su casi ausencia o infrarrepresentación en determinados lugares de un municipio. Por eso mismo, dado que las pymes son esenciales para revertir desigualdades mediante la creación de puestos de trabajo en todo un municipio y son capitales para crear interrelaciones humanas de proximidad, podemos entender por qué han ganado la legitimidad de recibir un firme apoyo público.
Una de las mejores formas de recibir un verdadero apoyo público es con el diseño de programas públicos. Un ayuntamiento que quiera tener un municipio dinámico debe dedicar energías y sinergias para diseñar políticas públicas con impacto social a partir de la herramienta de gestión pública conocida como ‘colaboración público-privada’.
GRAN REFERENTE: LAS FARMACIAS
La innovación de las pymes abiertas corresponde a nuevas perspectivas en la prestación de servicios públicos en la comunidad. Buen ejemplo de ello son las farmacias, referente para las pymes en la gestión de servicios públicos: desfibriladores, proyecto Radares para reducir el riesgo de exclusión de la gente mayor, test de antígenos para luchar contra la COVID, seguimiento de la medicación del paciente o programa de detección temprana de cáncer colorrectal.
A título ilustrativo, analicemos el proyecto Radares: es un proyecto de acción comunitaria liderado por el Ayuntamiento de Barcelona mediante los servicios sociales de cada barrio. La farmacéutica comunitaria o el farmacéutico comunitario identifica e informa sobre clientes suyos que son gente mayor que vive sola en riesgo de exclusión social. Por ejemplo, durante el 2019, hasta 511 farmacias de Barcelona realizaron acompañamiento a 1.740 usuarios finales, personas mayores en soledad con riesgo de aislamiento.
PYMES EN SALUD
Además de las farmacias, tenemos otros referentes de pymes comunitarias. Un buen ejemplo es el diseño de la campaña “No puedo esperar”, que combina la herramienta de gestión sobre el terreno y la herramienta de ‘colaboración público-privada’ entre el Departamento de Salud y las pymes de varias ciudades. Este proyecto, aplicado con éxito al menos en las primeras cinco ciudades catalanas participantes (Girona, Sabadell, Terrassa, Calonge y Palamós), consiste en poner al alcance de las personas que sufren enfermedades intestinales los baños de bares, restaurantes y otros comercios y equipamientos que se inscriben en el proyecto comunitario. Así, las personas con enfermedades inflamatorias intestinales (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), pacientes ostomizados o colectomizados y pacientes intervenidos de cáncer de recto disponen de un carné para utilizar gratuitamente dichos aseos.
Las farmacias son un referente para las pymes en la gestión de servicios públicos: desfibriladores, proyecto Radares para reducir el riesgo de exclusión de la gente mayor, test de antígenos para luchar contra la COVID, seguimiento de la medicación del paciente o programa de detección temprana de cáncer colorrectal
PYMES EN MEDIO AMBIENTE
Analicemos ahora un proyecto que propongo que coja impulso en nuestro país: los bares, cafeterías y restaurantes pueden adoptar un rol comunitario en la política ambiental si desde los gobiernos locales se diseña un programa municipal de recogida del poso del café, que sirve de compostaje vegetal para el abono i la fertilización de plantas y jardines.
Con el mismo afán de contribuir a la salud pública, las peluquerías podrían ser agentes de cocreación, junto con el Departamento de Salud, para producir pelucas para pacientes oncológicos desfavorecidos socialmente. De hecho, lo mejor sería aplicar la herramienta de diseño de gobernanza colaborativa, uniendo esfuerzos de la administración autonómica y la administración local, para diseñar bien una política pública que necesita a las pymes.
PYMES EN CULTURA
Y todo ello no se limita a la salud y el medio ambiente, se puede hacer extensible a otras políticas públicas sectoriales, como la política cultural: los quioscos y las librerías podrían ser agentes de cocreación de un proyecto con la biblioteca municipal.
Aquí entramos en un terreno desconocido y a la vez repleto de la magia: debemos darnos cuenta de las grandes potencialidades de la sociedad si se saben conjugar bien las herramientas de la gestión pública con impacto social que posibilitan que las pymes sean actores de la comunidad. En otras palabras, las microempresas y las pequeñas y medianas empresas son clave en la mejora de la vida de las personas. Todo dependerá de si la gestión pública diseña programas, planes y proyectos que lo hagan factible. En este sentido, las administraciones públicas más próximas a la ciudadanía (los ayuntamientos) son protagonistas del despliegue de nuevos servicios públicos en colaboración con las pymes en comunidad. Los gobiernos locales son el empujón o el impulso que hace falta.
PYMES EN COMUNIDAD
Las farmacias son las pymes que más han desarrollado la técnica de la capacitación comunitaria. De hecho, la farmacia comunitaria es un establecimiento sanitario privado de interés público. Es una de las formas más exitosas de la herramienta politológica de la ‘colaboración público-privada’, con buena regulación del derecho administrativo.
Tenemos a las farmacias como referente de pymes arraigadas en la comunidad y hemos visto que se puede extender a otras pymes: tiendas de alimentación, bares, peluquerías, quioscos, librerías, etc. Así pues, las pymes son un actor clave en la capacitación comunitaria, en la consolidación del capital social y en la vertebración de la comunidad. Son las pymes comunitarias.