La verdadera Responsabilidad Social Corporativa no es ningún mecanismo para que las empresas lleven a cabo lavados de imagen. De ninguna manera es una estrategia que los departamentos de Marketing pueden adoptar para ocultar las malas prácticas de la organización. Como nos explica Cristian Rovira, es un concepto estrechamente ligado a la competitividad empresarial. A continuación, averiguamos por qué.
Texto: Berta Seijo
La tesis de su libro es que los beneficios empresariales y la Responsabilidad Social de una compañía son compatibles. ¿Siempre lo ha creído así?
A raíz de mi experiencia en Grupo SIFU y después de conocer casos de otras empresas con las que teníamos en común esta filosofía de «hacer bien nuestro trabajo haciendo el bien para la sociedad» pude constatar que no sólo es compatible, sino que el factor social puede ser la base de la diferenciación de una compañía. Esto sitúa a la Responsabilidad Social un paso más allá del concepto tradicional, ya que no se trata de poner en marcha una serie de acciones sociales con el dinero que has ganado, sino que se convierte en parte de la esencia de la empresa, una esencia que debe ser rentable y que le permitirá diferenciarse de la competencia.
Fue precisamente esta visión la que me empujó a escribir el libro. Creo que se puede hacer una Responsabilidad Social diferente a la que se ha hecho hasta ahora, poniéndola en la base de la empresa y como clave de su competitividad.
¿Piensa que la mayoría de compañías aplican la RSC para quedar bien o porque tienen claro que es un factor que les puede ayudar a ganar en competitividad?
Estoy convencido de que las empresas que consiguen hacer muy bien su trabajo y contribuyen a crear un mundo mejor crecerán más, serán más sostenibles y ganarán más dinero. Los alimentos de Km 0, los coches eléctricos, los cosméticos ecológicos o el turismo sostenible nos demuestran que cada vez más los consumidores tienden a comprar valores y no productos. Cada año son más las personas que optan por una compra sostenible, pero es importante destacar que eligen esta opción siempre y cuando no se vea afectado el precio o reducida la calidad. Así pues, las compañías que lo consiguen son capaces de compatibilizar un mundo mejor y una cuenta de resultados positiva.
Usted dedica un capítulo de su libro a poner sobre la mesa qué no es RSE. ¿Podría hacernos un resumen de algunas de las prácticas que acaban resultando inútiles o contraproducentes para la reputación de cualquier marca?
Hacer grandes memorias de Responsabilidad Social y no cumplir con la ley de integración laboral de personas con discapacidad no es compatible. Tampoco es RSE pagar a los proveedores a plazos exageradamente largos, provocando en algunos casos el cierre de la empresa, o no tener una política salarial igualitaria entre hombres y mujeres. Desgraciadamente, cuando salen a la luz escándalos de empresas que no cumplen los que, se supone, eran sus propios valores, desprestigian a todas las empresas que sí que están aplicando la Responsabilidad Social.
“El factor social puede ser la base de la diferenciación de una compañía”
¿Cree que las nuevas organizaciones están más comprometidas con devolver a la sociedad parte de los beneficios conseguidos? ¿La mentalidad de las generaciones que vienen está más vinculada a los valores de la RSC?
Sí, cada vez más. El 30% de los proyectos de empresa planteados por universitarios ya incorporan el factor social, impulsando que cada día esta tendencia esté más cerca de convertirse en una realidad. La Generación Millennial no sólo quiere un puesto de trabajo, sino que quiere formar parte de un proyecto para cambiar el mundo, de manera que las empresas que se adapten a esta nueva generación de consumidores exigentes tendrán más posibilidades.
¿Podría mencionarse me algunos casos reales de empresas que hayan prosperado gracias a la incorporación de la RSC en su cultura organizacional?
En el libro explico muchos casos de empresas que, a pesar de no ser necesariamente compañías modélicas en todas sus dimensiones, sí que son diferentes y un ejemplo en la manera de entender y aplicar la Responsabilidad Social. La cooperativa de consumo energético 100% verde Som Energia es un ejemplo de empresa que ha situado la sostenibilidad en su esencia y ha logrado prosperar hasta aglutinar a más de 17.000 clientes en Cataluña. También hay que mencionar aquellas empresas que optan por hacer un giro de 180 grados para incorporar el factor social. Es el caso de Cafés Novell, que en la década de los noventa se centró en la producción de cafés verdes certificados, ofreciendo la misma calidad y precio de siempre. También algunas multinacionales están apostando por este camino. Unilever, por ejemplo, se ha propuesto para el año 2020 reducir a la mitad el impacto medioambiental de sus productos, y está viendo como sus gamas más sostenibles, como Dove o Ben & Jerry’s, están experimentando un crecimiento dos veces superior al resto de su cartera de productos.
Cristian Rovira es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la UIC y se incorporó al Grupo SIFU en 1995, donde actualmente ejerce de vicepresidente y socio. Hablamos de una compañía dedicada a la integración socio-laboral de personas con discapacidad. Ellos mejor que nadie conocen en qué consiste la Responsabilidad Social Corporativa: más del 80% de sus 4.000 trabajadores tiene algún tipo de discapacidad física, psíquica, mental o sensorial. Debido a su experiencia en el mundo de la RSC, Rovira se ha convertido en un referente en el ámbito empresarial y social. Actualmente es miembro del Consejo Social de la UPC y del pleno de la Cámara de Comercio de Barcelona. Además, es el vicepresidente de la Confederación Nacional de Centros Especiales de Empleo (CONACEE).
RESPONSABILIDAD SOCIAL COMPETITIVA
Páginas: 192
ISBN: 978-84-92921-50-8
Editorial: Empresa Activa